El joven leñador. La formación y la capacitación

 

Un joven hachero se presentó a trabajar en una maderera. El sueldo era bueno y las condiciones de trabajo eran muy buenas; así las cosas el hachero se dispuso al trabajo con todo entusiasmo.

Primer día de trabajo: se presentó al capataz. Este le proporcionó su herramienta (el hacha) y le indicó la zona en la que debía trabajar.

El hombre salió con alegría al bosque a talar. En un solo día cortó 23 árboles.

-¡¡ Felicitaciones !! dijo el capataz.

Más animado todavía por la felicitación recibida, el hachero pensó que debía mejorar su desempeño. Esa noche se acostó temprano para estar bien descansado al día siguiente.

En la madrugada ya había salido al bosque, él antes que nadie.

Habiendo hecho más esfuerzo que el día anterior, no solamente no superó su marca. sino que ni siquiera la alcanzó.

-No descansé lo suficiente- se dijo. Esa día se acostó más temprano todavía.

Obsesionado por cortar por lo menos 23 árboles como el primer día salió al bosque mas temprano aún. A su pesar  ese día a duras penas pudo cortar el décimo árbol.

En los días siguientes cada vez eran menos. El último día apenas pudo con el segundo.

Muy preocupado por lo que su jefe podría llegar a pensar y ante el temor a perder tan buen trabajo, el hombre compartió con su jefe sus inquietudes contándole lo que estaba sucediendo. Le aseguró que hacía mas de lo que creyó que podía hacer.

El jefe lo escuchó con atención, por curiosidad le preguntó:

-¿Cuántas veces afilaste el hacha ?

-¿Afilar el hacha? - dijo el joven. No tuve tiempo. Estuve muy ocupado hachando.

 

 

 

 

En ocasiones el apremio del trabajo diario no nos da respiro y tampoco nos permite dar un paso atrás para visualizar los cambios que están sucediendo en el entorno.

Tal vez las competencias que un día llevaron a alguien a ocupar un puesto de relevancia, hoy necesiten actualizarse para seguir siendo competitivos en la organización.

“Afilar el hacha”, actualizar nuestros saberes , ampliar el horizonte, es mantenernos atractivos a los ojos de las organizaciones. Es una tarea personal e indelegable a la que debemos poner toda nuestra atención.